Como primer hito de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado civil y militar de 1973 de los sitios de memoria del Estadio Nacional, Mono González y Mon Laferte plasmaron un mural en homenaje a las y los prisioneros políticos de la dictadura del recinto deportivo.
La idea surgió de los propios artistas como una forma de mantener viva la memoria del destino de miles de hombres, mujeres y menores de edad que sufrieron las más graves violaciones a sus Derechos Humanos en el coliseo y también en todo Chile.
El mural -emplazado en el acceso oriente del Estadio Nacional- es resultado de un proceso de construcción colectiva de ambos artistas con ex prisioneros, familiares y también miembros de la corporación Estadio Nacional Memoria Nacional.
Mon Laferte, expresa en su pintura (en el muro oeste del mural), la resistencia y resiliencia de las mujeres en calidad de prisioneras en el coliseo, camarines y otros espacios utilizados para las torturas y vejaciones de carácter sexual. Las formas, los trazos y los pigmentos reflejan los distintos momentos del dolor y la desesperanza. La artista deja también constancia de la morenidad y la migración afro ascendiente en el Chile actual.
En el muro sur, Mon Laferte continúa su trazo para representar el dolor y el desgarro que significa la búsqueda continua y permanente de los familiares y seres queridos por sus esposos, hijos e hijas, compañeros desaparecidos, fusilados y enterrados en el desolador desierto de Calama – Antofagasta. se observa aquí una mujer abatida por la desesperanza y la desolación.
Mono González, despliega con agilidad sus firmes trazos negros como la oscuridad misma que armonizan con rojo para declamar y denunciar el horror, brutalidad y bestialidad en los momentos de la tortura, tormentos y asesinatos perpetrados en los interrogatorios a cargo no sólo de los militares de las fuerzas armadas, sino también de civiles.
Su brocha y pinceles expresan asimismo la desaparición de los compañeros y compañeras lanzados al mar desde los helicópteros del Ejército de Chile, después de haber sido brutalmente torturados y asesinados en los cuarteles y lugares de detención clandestinos habilitados por la dictadura de
Pinochet.
Finalmente, en el muro sur, la creación alcanza una dimensión que conjuga la evocación del movimiento artístico, plástico y las expresiones más diversas de la cultura con el renacer: ¡la vida por siempre!, como el valor supremo y esencia del ser humano.
En esta última fase, Mon Laferte y Mono González EXPRESAN la iconografía de la época, en especial, durante la Unidad Popular, por ejemplo: el pajarito de Dicap (Discoteca del cantar popular – Sello discográfico creado por las Juventudes Comunistas), dibujado en la boca de la guitarra. el mural cierra
con la presencia de la mujer combativa cantando a la vida desde lo esencial.
“Mon Laferte y Alejandro Mono González, en la dimensión témporo – espacial, con lucidez y nitidez se adentran en las emociones y sentimientos más profundos del ser humano para visibilizar lo invisible, luchar y resistir a la negación de los opresores, encontrar y reencontrar las utopías declaradas y tantas veces enmudecidas en la tragedia de nuestras compañeras y compañeros torturados, desaparecidos y todos aquellos ausentes con el grito inconcluso, pero están ahí, en la esquina sur del relámpago en la perfecta obscuridad de la noche, testigos tutelares de la creación con sentido político y social, no cabe duda entonces que, ‘el arte desde lo esencial’,
siempre tiene credibilidad en lo político y social como expresión visible de la realidad.
Mon Laferte y Alejandro Mono González, conocen y reconocen la significación y resignificación de los instantes, de la mujer imprescindible, los dolores, la tortura, la cárcel, los muertos, el mar, el aire, la búsqueda, los símbolos de un proceso cultural y por sobre todo, la vida como fuerza inagotable entre el dolor y la esperanza”.
Extracto de reflexiones del ex prisionero Patricio Sandoval D., quien participó de la creación COLECTIVA de este mural y que plasmó sus reflexiones conjuntas con Mono González.